28 de julio de 2010

A veces no se puede creer el estar tan cerca
de alguien y a la vez tan lejos.
Voy caminando por la calle, la noche es cálida
y las estrellas me observan,pero yo no las veo.
El aire no corre y, a lo lejos, busco desenfocar las luces que me llevan a revivir el recuerdo.
Una lágrima recorre mi rostro y al llegar
a mi boca la inunda de palabras que sé que callaré, prisioneras de mi corazón serán,de este carcelero e iluso corazón. Sólo me queda esperar que el tiempo pase y ver si
es verdad que las heridas curan. Pero aunque así sea, yo voy contra el viento
y tengo el sentimiento de no querer dejar ir el dolor que habita en mí, ya que este,
nació del amor y ese amor, nació al ver tus ojos y tu sonrisa, eso no lo querría
olvidar nunca
, aunque lastime tanto como el verte llorar. Y siguiendo así, caminando,
a veces parando, otras veces yendo más rápido o más lento, cierro mis ojos, cada vez
con más fuerza, para luego abrirlos y esperar que todo sea un mal sueño y que todavía estés, pero no es así y las cosas no tienen ni el color ni la forma ni el sentido que
tenían tiempo atrás. Es que todavía siento tu respiración a mis espaldas y tu presencia
insoluble que hacía que cada día sea eterno y valga más que nada en el mundo un minuto a tu lado, un segundo en tus labios. Quiero volver a sentir tus caricias en mi cara, suspirar pensando que nada me falta y darme vuelta, mirar tus ojos y decirte cuanto te amo. Quiero entregarte lo que más pueda de este corazón hasta que quede seco por que te dio todo el amor a vos. Ahora todo se mueve en cámara lenta, los colores cambian de blanco y negro a sepia para volver a ser colores que rodean cada sentimiento. Lo que fue se desintegra enfrente mío, lo que es ya no es nada y lo que tendría que ser ya no será por que se fue. Los sonidos se vuelven irreconocibles y entre la multitud sólo siento el latir de mi corazón, desesperado, sólo, buscando un tesoro que parece haber sido enterrado para siempre, hundido como el Titanic y alejado y enfriado tanto como Plutón. Respiro profundamente buscando renovar el oxígeno que corre por mi sangre. Intento pellizcarme para poder despertar. Hago lo posible por llegar al fin de este cuento y poder leer uno nuevo. Quiero morir para revivir entre las cenizas como el fénix. Quiero ser agua para congelarme, condensarme, elevarme y caer como lluvia en tus manos. El dolor es muy grande. El porcentaje de agua que forma mi cuerpo son las lágrimas que contengo y la sonrisa que demuestro es la máscara de mi tristeza. Es que nada importa ya si el camino que elegí se transformó en miles que no quiero seguir. Es que vivo en un universo paralelo al que escribí y no me sirve, no es lo que deseo en este momento. Y seguís sin estar. Y te vas. Te veo alejándote sin dar vuelta atrás. Es el día de hoy y no entiendo el por qué de cómo cambian las cosas en sólo segundos, un día estás en el cielo y al otro no podes levantarte de la tierra ni siquiera para soñar por que te duele mucho. Ayer todo era perfecto y, hoy, sólo queda dolor en mi alma. No sé cómo me ganó la ingenuidad al creer que era eterno, y estoy acá, sentada, con la mirada perdida en algún punto donde antes se encontraban nuestros sentimientos. Intento otra vez en vano desenterrar aquel tesoro y sólo consigo embarrarme las manos con promesas inconclusas que me perseguirán por siempre.