26 de julio de 2010


A veces el hombre es como la conga, repite una y otra vez. Un paso adelante, un paso atrás, mucha conga pero no se va a ningún lado. Las relaciones son como la conga sin fin…para un lado, para el otro, y siempre se vuelve al mismo punto. Los hombres son previsibles y repetitivos, como la conga; y el amor es endeble, un poco de conga y todo se desarma.Pero la naturaleza humana, como la conga, puede encontrar variantes dentro de un mismo ritmo, y ahí, deja de ser previsible y aburrida.